Pequeños tesoros
Proverbios del infierno
Por Wiliam Blake
En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.
Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.
El camino del exceso lleva al palacio del saber.
La Prudencia es una vieja solterona, rica y fea, que la Incapacidad corteja.
Aquel que desea pero no actúa, engendra peste.
El gusano perdona al arado que lo corta.
Sumerge en el río a aquel que ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
Aquel cuyo rostro no irradie luz, jamás será una estrella.
La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.
La abeja laboriosa no tiene tiempo para el pesar.
Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.
Todo alimento sano se logra sin red ni cepo.
Usa número, peso y medida en año de escasez.
Ninguna ave se remonta demasiado, si lo hace con sus propias alas.
Un cuerpo muerto no venga injurias.
Tu acto más sublime es poner a otro delante de tí.
Si el necio persistiera en su necedad, se tornaría sabio.
Locura, capa de la villanía.
Vergüenza, capa del orgullo.
Las prisiones son edificadas con piedras de la Ley, los burdeles con ladrillos de la religión.
El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.
La lujuria del chivo es la generosidad de Dios.
La ira del león es la sabiduría de Dios.
La desnudez de la mujer es obra de Dios.
William Blake
Fragmento de Proverbios del infierno y algunas rosas enfermas (1792)
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