A siete años de los atentados, el 11 S ya es un género literario
El día después de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de setiembre de 2001, los diarios de todo el mundo declamaban que no existían palabras para describir el horror. Pero con el paso del tiempo grandes novelistas como John Updike y Ian McEwan, entre otros, tomaron esos hechos como tema central de sus ficciones.
Por: Andrés Hax
EL HORROR. El desafío para los novelistas al tratar el 11 de septiembre del 2001 es reflejar desde la ficción hechos reales que ya están grabados en el imaginario popular.
Todas las ediciones de todos los periódicos del mundo del 12 de septiembre del 2001 compartieron las mismas imágenes y el mismo asombro. Tipografías gigantescas y fotos de las torres del World Trade Center siendo penetradas por los aviones comerciales. Caras parecidas al grito de Munch huyendo de nubes apocalípticas de polvo. Escombros, operativos de auxilio, caras serias de los líderes internacionales. Fue un momento histórico, aunque no fue el primer 11 de septiembre trágico de la historia, bien lo sabemos los latinoamericanos.
Otro denominador en común en la cobertura de la prensa internacional inmediatamente después del 11 S fue la afirmación de que lo que pasó no se podía expresar en palabras.
Por ejemplo, el 13 de septiembre del 2001, a menos de 48 horas de los ataques terroristas a las Torres Gemelas en Manhattan, la periodista Michiko Kakutani (Premio Pulitzer 1998) publicó en The New York Times un largo editorial describiendo las dificultades que estaba sufriendo el periodismo para cubrir los horribles eventos del martes previo. Comienza con las siguientes observaciones:
"El lenguaje nos falló esta semana"."Incomprensible", "Más allá de lo peor que podríamos haber imaginado", "Increíble"... esas fueron las frases que se escucharon una y otra vez en estos últimos dos días. Mientras la gente se esforzó por describir los eventos del martes por la mañana, buscando metáforas y analogías que pudieran capturar el horror de lo que habían visto".
A siete años de la tragedia, la literatura ha dejado atrás la incomprensión y el asombro mudo y ha empezado a generar narrativas que describen el impacto social de los ataques terroristas y cuestionan sus múltiples significados psicológicos.
Entre los autores de primera fila estadounidenses que han atacado el problema "nine eleven", como quedó apodada la fecha en los Estados Unidos, están John Updike (Terrorista), Don DeLillo (El hombre del salto), Jay Mcinerney (The good life) y Jonathan Safran Foer (Tan fuerte, tan cerca). El inglés Ian McEwan (Sábado) también ha escrito una novela con el 11 de septiembre como tema central.
La aparición de estas novelas comenzó en el 2005, cuatro años después de la catástrofe y ahora ya esta identificado como un género. En ese mismo momento surgieron editoriales preguntándose: ¿No será demasiado temprano para escribir sobre el 11 S?
Como sea, desde hace años uno de los anhelos máximos de los escritores estadounidenses es escribir la Gran Novela Americana; ahora una sub-meta de este estilo es escribir la gran novela del 11 de septiembre.
Jay Mcinerney, uno de los jóvenes novelistas estrellas de los años 80, dijo en una entrevista con el USA Today: "Eventualmente habrá una novela –o una serie de novelas– que darán forma a nuestro conocimiento sobre estos eventos, de la misma manera –por ejemplo– que El gran Gatsby nos informa sobre el espíritu de los años 20".
Según Books in Print, una de las fuentes oficiales sobre libros editados en los Estados Unidos, entre el 2001 y el 2006 se publicaron 1.036 títulos de no-ficción sobre el 11 de septiembre. En ese mismo período se publicaron aproximadamente 30 novelas centradas en los ataques de ese día.
Una de las últimas, El hombre del salto, de Don DeLillo, fue calificada por Newsweek como "la primera novela 9-11 que es una obra de arte". Ese libro toma su titulo de la foto angustiante de un hombre cayendo desde las torres, cabeza abajo, a su muerte.
Como tal, ejemplifica el problema de cualquier escritor al tomar ese día como materia para una narrativa. Los políticos y los medios de comunicación nos han saturado con interpretaciones, imágenes e historias del cataclismo. El escritor, sumado a la dificultad inicial de cualquiera escritura, tiene que luchar contra todo este imaginario popular acumulado. Por eso, tal vez, será la labor de la próxima generación de novelistas transformar esos eventos en literatura. Tolstoi, después de todo, escribió sobre las guerras Napoleónicas más de cincuenta años después de sus grandes batallas.
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