Enemigos íntimos
Roberto Carlos y Caetano Veloso mantienen una relación tan sinuosa como pública desde hace más de cuarenta años: compartieron lugar de vagabundeo sin saberlo cuando no eran conocidos, Caetano snobeó a Carlos y después lo reconoció, se mostraron unidos contra la dictadura, se compusieron temas durante el exilio de uno y se alejaron por la religiosidad de otro, se enfrentaron por la censura de Yo te saludo, María en 1986 y se volvieron a acercar y se volvieron a alejar cuando hace poco Roberto Carlos prohibió una biografía no autorizada sobre él. Por eso, los recitales que están dando juntos por estos días en Brasil son todo un acontecimiento. Radar los celebra invitando al autor del censurado Roberto Carlos em detalhes a recapitular sus históricos encuentros y polémicos desencuentros.
Por Paulo Cesar de Araujo
Roberto y Caetano en la mejor época de su relación: pelos largos contra la dictadura.
Eran apenas dos adolescentes latinoamericanos sin dinero en el banco, sin parientes importantes y recién llegados del interior. Uno tenía 15 años y se llamaba Roberto Carlos. El otro, Caetano Veloso, y tenía 14. Corría 1956, y Roberto acababa de dejar su ciudad natal, Cachoeiro de Itapemirim, para intentar una carrera artística en Río de Janeiro. Ese mismo año, Caetano salía de Santo Amaro para pasar una temporada de 12 meses en Río, hospedado en la casa de una prima. Sin mucho que hacer, iba diariamente a la plaza Mauá a ver de cerca las estrellas en el auditorio de Radio Nacional, que Roberto también frecuentaba con bastante asiduidad. “Es muy posible que nos hayamos cruzado ahí”, conjeturó Caetano, en una entrevista incluida en mi libro Roberto Carlos em Detalhes. Es realmente muy probable que, en la entrada o salida de Radio Nacional, los dos hayan cruzado alguna vez unas palabras. Si efectivamente eso sucedió, fue antes de que Roberto conociese a Erasmo Carlos o Tim Maia, o que Caetano hiciese lo propio con Gilberto Gil o Gal Costa. Desde ese lejano 1956 hasta los shows que están compartiendo durante estas semanas en tributo a Tom Jobim y el cincuentenario de la Bossa Nova, esos adolescentes, hoy sesentones, protagonizaron algunos importantes encuentros personales y artísticos. Sufrieron, incluso, la influencia decisiva de un mismo artista, Joao Gilberto, icono mayor de la revolución de la Bossa Nova. Sin embargo, también vivieron incómodos enfrentamientos y polémicas, que no siempre concluyeron bien.
Armonía
Cuenta la leyenda que Caetano Veloso fue el primer artista de la elite en defender el trabajo de Roberto Carlos. El propio Roberto, en una declaración a la revista Veja en 1978, afirmó: “Cuando nadie tenía el coraje de cantar mis canciones, Caetano lo hizo”. Pero no es verdad. Ese lugar de pionero no le pertenece a Caetano ni a su hermana, María Bethânia. En realidad, fue Sylvinha Telles la primera estrella de nuestra música en defender, cantar y grabar canciones del Rey de la Jovem Guarda. En 1966, Sylvinha registró una versión con estilo bossa nova de “Nao quero ver você triste”. Y pagó un precio muy alto por eso: el precio de la patrulla y la intolerancia.
Aquél era un tiempo de guerra y de guerrillas dentro del campo de la música popular. Al comienzo, los artistas más intelectualizados y cercanos a un ideario nacionalista procuraban ignorar la producción del estilo llamado Iê-Iê-Iê (algo así como una traducción del Yeah Yeah Yeah de los Beatles). Pero después del estridente suceso del tema “Quero que vá tudo pro Inferno”, hacia fines de 1965, todos tuvieron que posicionarse en contra o a favor de Roberto Carlos. Ya no alcanzaba con hacerse el indiferente o mirar las cosas desde muy arriba. María Bethânia, por ejemplo, se posicionó en contra, como se puede ver en el documental Bethânia Bem de Perto, dirigido por Julio Bressane y Eduardo Escorel, de 1966. Elis Regina y Geraldo Vandré hicieron lo mismo. Y también Caetano Veloso, como él mismo me lo confirmó. “A mí no me gustaba Roberto Carlos, no me interesaba lo suyo. Ni siquiera me interesaban los Beatles. Pensaba que el rock era un negocio muy primario, una cosa cuadrada, anticuada y chata.”
Caetano escuchaba básicamente Joao Gilberto e intérpretes del jazz como Miles Davis, Jimmy Giuffre o Chet Baker. Sólo pasó a interesarse por el universo pop hacia fines de 1966, especialmente después de leer Cultura de masas en el siglo XX, del filósofo francés Edgar Morin, y ver las películas en las que el director Jean-Luc Godard redimía el cine de Hollywood e incluso hasta la publicidad. Al comenzar 1967, María Bethânia –que a aquella altura ya estaba seducida por la música de Roberto– le aconsejó a su hermano que viese el programa que el cantante presentaba todas las tardes de domingo en TV Record. “Ya estaba interesado por la cultura de masas, y ese consejo de Bethânia cayó en un terreno fértil dentro de mí”, contó Caetano, que se confesó maravillado con lo que vio y oyó y, entonces sí, pasó a elogiar a Roberto y a discutir con quien criticase al ídolo de la Jovem Guarda.
El resultado de todo eso se pudo ver en el escenario del 3er Festival de Música Popular Brasileña de la Record, en octubre de 1967. Acompañado por las guitarras eléctricas de un grupo argentino afincado en San Pablo llamado Beat Boys, Caetano defendió su tema “Alegría, Alegría” en el marco del comienzo del Tropicalismo que, al sumarlos, superó el dilema MPB vs. Iê-Iê-Iê. A partir de entonces, el bahiano y Roberto vivieron un largo período de armonía, que ganó su contorno más fuerte entre 1968 y 1978, los años duros de la dictadura y el Acta Institucional Nº 5, que planteó la censura previa en Brasil. Durante esa época, ellos se mantuvieron muy cerca, incluso en su estampa hippie. Para disgusto de la moral vigente, ambos exhibían cabellos caracolados y ostensiblemente largos, como se puede constatar en las portadas de sus discos de la época.
Exilio
El primer gran encuentro de Roberto y Caetano sucedió en Londres, en noviembre de 1969. Hasta entonces, los dos habían estado pocas veces juntos y siempre en los pasillos de un programa de televisión. Fue, entonces, durante el exilio de Caetano que por primera vez la dupla se pudo sentar, conversar y conocerse mejor. Caetano compartía una casa en el barrio de Chelsea con Gilberto Gil, también exiliado por el gobierno militar. Roberto, que filmaba la película O Diamante Cor-de-Rosa en la ciudad, telefoneó preguntando si podía visitarlos. “Nos emocionamos al saber que vendría”, recordó Caetano. Roberto también quedó bastante tocado con el encuentro. Al regresar a Brasil, resolvió hacer una canción en homenaje a su amigo: “Debaixo dos Caracóis dos Seus Cabelos”. Lanzada en 1971, pocos la asociaron con Caetano, porque la letra no lo mencionaba directamente. No podía ser de otra forma, ya que la censura no admitía la mención de un exiliado por la dictadura. Valiéndose también del lenguaje cifrado, Caetano compuso en 1971, para que grabase Roberto, el tema “Como Dois e Dois”, en el que habla de sí mismo, de Brasil y del exilio: “Todo va mal, todo/ Todo es igual cuando canto y cuando estoy mudo/ Pero yo no miento, no miento/ Estoy cerca y lejos”.
Hasta el día de hoy, Roberto grabó tres composiciones de Caetano. Las tres exactamente en el período de 1968-1978 y, no casualmente, todas teniendo como tema el hecho de cantar en contextos conflictivos. Además de “Como Dois e Dois”, fue el portavoz de “Muito Romântico” (1977) y “Força Estranha” (1978). Esta última, Caetano la compuso días después de cruzarse con Roberto en un pasillo de la Rede Globo. En el momento del abrazo, Roberto comentó que su amigo estaba hecho un chico. Como si el tiempo no pasase para él. “Vos también, Roberto, te ves muy bien”, contestó Caetano, y el cantante respondió: “Es que un artista nunca envejece”. Caetano se quedó con esa frase en la cabeza y, a partir de ella, compuso la canción, que dice en una de sus estrofas: “Vi muchos cabellos blancos en la frente del artista/ El tiempo no para y, mientras tanto, él nunca envejece”.
“Força Estranha” fue editada en diciembre de 1978, mes y año que cerraron el período más violento del régimen militar y también la participación del compositor bahiano con nuevas canciones en los discos de Roberto Carlos. Caetano también le envió la romántica “Ela e Eu”, pero el cantante la rechazó, y terminó siendo grabada por Bethânia en el disco Mel, de 1979.
El hecho es que, a partir de entonces, comenzó un cierto distanciamiento entre Roberto y Caetano. Sus diferencias artísticas y personales fueron haciéndose más explícitas en la medida en que, por ejemplo, Roberto profundizaba su superstición y religiosidad. La distancia se reveló incluso en el aspecto exterior de ambos. En una época en que el cabello largo no incomodaba más a nadie, Caetano se lo cortó. Roberto, en cambio, aún insiste con el suyo.
Burrada
A mediados de los ’80, el distanciamiento llegó a su punto más lejano. El episodio que lo disparó fue la prohibición en Brasil de la película Yo te saludo, María, de Godard. Que fue, irónicamente, el cineasta que ayudó a que Caetano se acercase al ídolo de la Jovem Guarda en un primer momento. Producido en 1985, el largometraje causó una gran polémica por mostrar una Virgen María moderna, que trabaja en una estación de servicio, juega al básquet y tiene novio. La película iba a estrenarse en Brasil en 1986 pero, presionado por la cúpula de la Iglesia Católica, el presidente José Sarney ordenó su prohibición. Indignados, Caetano y otros artistas e intelectuales comenzaron un movimiento de desobediencia civil, exhibiendo el film en funciones clandestinas.
Pero Roberto Carlos se manifestó públicamente a favor de la prohibición y, un hecho inédito para un artista que siempre se mantuvo alejado de la política, llegó a enviar un telegrama al presidente Sarney felicitándolo por el veto. Esa actitud irritó a Caetano, principalmente porque Roberto ni siquiera había visto la película de Godard. “No la vi ni me gustaría hacerlo. Estoy en contra de los films que se meten con las divinidades”, se justificó el cantante en aquella época. Entonces Caetano escribió un artículo agresivo en su contra en el diario Folha do Sao Paulo. “El telegrama de Roberto Carlos a Sarney avergüenza a nuestra clase”, disparó, enfatizando que “para compensar la burrada de Roberto Carlos” el resto de los artistas de la MPB se deberían unir en un movimiento de protesta en contra de la decisión de Sarney. “Vamos a mantener una actitud de repudio al veto y de desprecio a los hipócritas y pusilánimes que lo apoyan”, proclamó.
Nadie había hecho, hasta entonces, una crítica pública tan dura contra Roberto Carlos. “Caetano fue muy poco elegante”, se quejó el cantante, sorprendido por la reacción de su colega. Al año siguiente, el artista bahiano hizo un pequeño gesto de reconciliación al grabar “Fera Ferida”, uno de los clásicos de Roberto. Sin embargo, no hubo reciprocidad, y el cantante continuó sin darles voz a los temas de Caetano. Parecía que el dúo no se reconciliaría jamás.
La mujer de la discordia: Myriem Roussel en Yo te saludo, María, de Jean-Luc Godard.
Pero en 1992, Caetano estrenó el show Circuladô, en el que hizo una retrospectiva de su carrera. Para sorpresa del público, después de recordar episodios relacionados a su prisión y el exilio, cantó “Debaixo dos Caracóis dos Seus Cabelos” y exaltó a Roberto por haber compuesto esa canción en su homenaje, un hecho que, hasta entonces, casi nadie conocía. Algo que generó una gran repercusión, y la antigua canción, que estaba prácticamente olvidada, volvió a las radios. Quebrando el hielo, hacia fines de aquel año Roberto invitó a Caetano para cantar el tema en su programa anual para Globo.
Más recientemente, ambos volvieron a divergir, esta vez en un episodio que me envolvió: el de la acción judicial contra el libro Roberto Carlos em Detalhes.
Aunque no lo había leído, el biografiado alegó invasión de privacidad y uso indebido de su imagen, y consiguió sacar la obra de circulación. Junto a otras personalidades, Caetano se opuso a la actitud de Roberto. “No me gustó la decisión, la biografía debería poder venderse libremente. ¿Vas a quemar libros? Estoy en contra”, le dijo a la Folha do Sao Paulo en mayo de 2007. En noviembre de ese mismo año, Caetano expresó una opinión semejante en una entrevista publicada en Radar.
Por todo eso, por los encuentros y desencuentros que marcaron las carreras de ambos, los shows que Roberto y Caetano están realizando juntos en estos días –el viernes pasado en Río de Janeiro y este lunes y martes en San Pablo– tienen todo para transformarse en históricos. Sin contar el hecho de que, por primera vez, se presentarán juntos en un espectáculo abierto al público. Y lo que vuelve a unirlos es la bossa nova, que un día iluminó el camino de aquellos dos garotos que casi se conocieron en Radio Nacional.
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