viernes, 22 de mayo de 2009

El monumento a Mafalda y la ruta del comic porteño




El Monumental. Escenario de la batalla de El Eternauta.



Acaban de anunciar que van a colocar un monumento a Mafalda delante del que durante muchos años fue el hogar de Quino, un departamento en la calle Chile, en San Telmo Brooklyn. La propuesta no es antipática (¿quien se anima a decir que Mafalda no mecere un monumento?) y transpira intenciones turísticas que el escultor encargado de hacer la obra, Pablo Irrgang, no se preocupa por ocultar: "La idea es que la gente pueda sentarse junto a ella y sacarse fotos, si quiere", dijo, con brutal honestidad. Hay ciudades como Bruselas (la cuna de Tintín) que tienen muy bien montadas sus rutas del comic y creo que a Buenos Aires le da de sobra para tener una propia. Que la cosa nazca con la intención de ser una nueva excusa para entretener turistas no es algo que me mosquee. Siempre será mas edificante que las rutas de los zapatos de cuero o de la prostitución barata, que desde hace tiempo sirven para quitarles los dólares las mujeres y hombres que llegan de visita a la ciudad. Asumamos que el monumento a Mafalda sea el primer hito del recorrido por la "Buenos Aires del Comic". Luego de sacarse la foto de rigor, los sonrientes japoneses del tour podrán deambular por el centro de la ciudad, descubriendo escenarios de historietas míticas como la plaza Congreso, donde estaba el cuartel general extraterrestre en El Eternauta, la estación de Constitución, punto de partida de los tranvías fantasmales de Sherlock Time, de Breccia y Oesterheld, o la Costanera Sur, donde el Comisario Evaristo (un personaje magnífico de Sampayo y Solano Lopez) mantiene un cara a cara con león escapado del zoológico de Palermo. Para cuando llegue el mediodía, nada mejor que hacer escala en las pizzerías de Corrientes, en las que aún pervive el aceitoso tufillo a muzzarela que impregnaba la tira Buenos Aires en camiseta, de Calé. Tirando para el interior de la urbe, la tarde se puede pasar en las callejuelas laberínticas de Parque Chas, donde tenía lugar la fantástica trama del comic de Barreiro y Risso, o bien contemplando la silueta mastodóndica de la cancha de River, donde transcurren momentos fundamentales de la trama de El Eternauta y de Caín, un comic porteño-futurista de Barreiro y Risso que es una maravilla. Más lejos aún, en las lomas de San Isidro, quedan los rastros del paso de Corto Maltés por Buenos Aires, tal como narró Hugo Pratt en su obra Tango. El Gobierno de la Ciudad, que es uno de los grandes valedores de la idea que la cultura y el turismo son prácticamente una misma cosa, bien podría ser consecuente con su propio paradigma y crear de una vez por todas un Museo de la Historieta, para que sea el punto final del recorrido. Me lo imagino lleno de originales colgando en las paredes, con salas para muestras de jóvenes autores, con una tiendita para comprar libros y remeras, y, por qué no, con un barcito para sentarse a leer de garrón las historietas que venden en la tienda. Por qué no.


Publicado por Diego Marinelli el 22/05/2009

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