jueves, 13 de noviembre de 2008

El castellano no encuentra a sus padres, pero sí el lugar donde mejor lo tratan

Tras más de once siglos de historia, la lengua española logró implantarse en las bocas de más de 500 millones de personas en todo el mundo, un momento de éxito para un idioma que todavía no pudo encontrar del todo a sus padres biológicos, pero sí los sitios donde mejor lo tratan fonéticamente en la actualidad.

Las discrepancias de políticos e historiadores no han facilitado la ubicación geográfico temporal del nacimiento del español hablado, antecedente del escrito, del que sí existe custodia compartida, con las Glosas Emilianenses de San Millán de la Cogolla (La Rioja) y los Cartularios de Valpuesta (Burgos), también objeto de discusión.

"No hay que pegarse por cuál fue el primer documento del castellano", aseguró a la agencia EFE el director del Área de Literatura Española de la Universidad de Burgos, Pedro Ojeda, quien piensa que "de poco sirve" relacionar esos documentos con el verdadero origen de la lengua, ya que "cuando una palabra se escribe, es porque alguien la entiende".

La fecha de ambos manuscritos, su veracidad, el romance más o menos castellanizado que contienen e incluso el ansia por contar con los documentos más antiguos, son algunas de las razones que hacen continuar con la discordia también en el ámbito político.Así, en cuanto al cuidado actual de la lengua, hay opiniones de especialistas que se consensúan para afirmar que actualmente la zona comprendida entre la provincia burgalesa y la comunidad riojana puede presumir de ser en la que se habla un castellano más cercano al que dicta la Real Academia de la Lengua Española.

Las provincias de Valladolid, Palencia y Burgos son para uno de los expertos en la evolución histórica de la lengua, el ex periodista de la Agencia Efe Nicolás Dulanto, de las que más se benefició la expansión peninsular del castellano, lo que considera como una razón de que sea en estos territorios en los que se hable mejor, junto con otros lugares como Álava.

El concepto "cuna del castellano", utilizado por muchos para atribuirse la perfección del idioma, es para Dulanto una frase "lapidaria" que proporciona grandes dividendos a los monasterios riojanos, en la defensa personal de este experto de Valpuesta y alrededores como orígenes orales y escritos del idioma.

"Nadie, ni ningún lugar, puede adjudicarse este concepto, y que los políticos digan lo que quieran", ha espetado el profesor de Lengua Española de la Universidad de La Rioja, Fabián González, porque a su juicio, el romance se fue forjando durante una época "más o menos larga" en la Hispania de los siglos IX y X.

González se ha mostrado partidario de que la lengua hablada comenzara a desenvolverse en la zona comprendida entre Burgos y La Rioja, por la que también se inclina por afirmar que, aunque todos los lugares "se salen" de la norma culta, es donde se habla un castellano más estándar que, a su juicio, constituye ya una forma de hablar "minoritaria" en los tiempos que corren.

"Que en Valladolid se pronuncien las cinco vocales nítidas no significa que sea mejor castellano", ha aclarado la profesora de Filología Hispánica de la Universidad de Valladolid Carmen Hernández, quien sí ha reconocido que a un extranjero le resultaría más fácil aprender la lengua en la capital castellana, ya que quizá en esta ciudad las cosas están "más claras" fonéticamente, a pesar de cometer errores como el mal uso de los pronombres personales.

A juicio de Ojeda, unos usos de la lengua abren "más o menos puertas", pero actualmente ya no se dice que algo es incorrecto lingüísticamente, sino que algo es más o menos culto, por lo que afirma que la lingüística moderna "no va por donde se habla mejor, sino que es una herramienta que sirve para manejarse y utilizarla".

"El español es hoy un negocio, un bien cultural que necesita protección en su uso y de las injerencias políticas por sus siglos de historia", ha señalado Fabián González, quien aunque mantiene la misma opinión del resto de lenguas españolas, tilda de "mal camino" el que en un momento una pueda ensalzarse en detrimento de la otra.Ojeda, que suscribe que "todo uso político de una lengua va a llevar a un conflicto", opina que la lengua no ha dejado nunca de ser utilizada para fines electorales, porque a su juicio se enarbola como bandera, frente a su verdadero objetivo, servir "para comunicarse".




El primer vagido de la lengua española

El registro del genial filólogo español sobre el hallazgo de las primeras líneas escritas del idioma castellano.

Por: Dámaso Alonso

Esta lengua que uso, por la que a cada instante vierto mi pensamiento y mi corazón, ¿cuándo sonó por primera vez en España? Hace mucho que la Lingüística contestó (y, en lo esencial, aún vale esta respuesta): «El español actual es el latín que se habla en España en el siglo XX.» O, de otro modo: que el latín llega a ser el español a lo largo de una evolución lentísima y constante, y nunca podemos cortar por un punto y decir: «Aquí está el español recién nacido.» Así contestó la Ciencia. Pero en el espectro hay un instante en el que ya estamos seguros de ver color amarillo, y no verde. Se trata, pues, de saber cuál es el primer testimonio conservado que caiga ya del lado del español, y no del latín.

La dificultad estriba en que hasta los aledaños del siglo XIII se escriben en latín más o menos correcto lo mismo los documentos que las historias. Ese muro artificial nos tapa lo que detrás ocurre. Sabemos que un siglo antes la lengua hablada había ya producido nada menos que el Poema del Cid (pero la copia que nos lo conserva es tardía). Desde época muy anterior, los documentos en latín dejan filtrar a veces la realidad de lo que se hablaba: algunas palabras del romance diario se escapan de la pluma que quiere escribir latín. Ni faltan tampoco quienes anoten sobre los documentos latinos la traducción al vulgar de algunas palabras que ya resultaban difíciles de entender. A tales anotaciones llamamos glosas. Estudiando esas glosas y esas faltas, ha podido Menéndez Pidal rastrear la lengua que vivía en España entre los siglos X y XI: genial reconstrucción que nos honra a los españoles, pues no tiene par en la ciencia moderna.

Pero el rastreo es siempre por palabras sueltas o muy cortas frases. Sólo una vez, entre las glosas del monasterio de San Millán de la Cogolla, atribuidas al siglo X, hay un trozo que se puede decir que casi tiene ya estructura literaria. El monje estaba anotando un sermón de San Agustín. En las palabras finales le ha apretado la devoción dentro del pecho. La última frase latina (dos líneas y media) la ha traducido íntegra. Sin duda le ha parecido seca: la ha amplificado (hasta doce líneas cortas), añadiendo lo que le salía del alma. He aquí este venerable trozo (publicado por Gómez Moreno y por Menéndez Pidal), que es, por hoy, el primer texto, no podemos decir que de la lengua castellana, pues hay algún matiz diaIectal, pero sí el primero de lengua española:

O sea, en castellano de hoy: «Con la ayuda de nuestro Señor Don Cristo, Don Salvador, señor que está en el honor y señor que tiene el mando con el Padre, con el Espíritu Santo, en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén».

El primer vagido de la lengua española es, pues, una oración.

¿Qué balbucen por primera vez el francés, el italiano? Es el año 842. Junto a Estrasburgo se reúnen dos nietos de CarIomagno, Luis el Germánico y Carlos el Calvo, y forman contra otro hermano un tratado de alianza. Luis jura en lengua francesa, para que le entiendan los súbditos de Carlos; y éste en alemana, para ser comprendido por las huestes de Luis. Estos famosos juramentos nos han sido fielmente transmitidos, y en ellos tenemos el primer balbuceo del período francés, un siglo, pues, anterior, al del monasterio de San Millán. Pero trasladémonos ahora a Italia, a la región de Nápoles. Es el año 960 y en Capua están, delante del juez, el abad de Montecassino y un tal Rodelgrimo. Discuten por unas tierras, y el abad prueba la posesión por treinta años mediante tres testigos que repiten una misma fórmula de juramento. Todo el documento está en latín; pero los testigos juran en vulgar, y su jura­mento es el primer testimonio de redacción italiana (si se prescinde de una adivinanza, más latinizante, de la región Norte).

Tres primeros murmullos de tres grandes lenguas, cuya literatura llenará el mundo. Y miro, y pienso si habrá sido casualidad. ¿O no es, más bien, que tenía que ser así, porque de lo que está lleno el corazón habla la boca? España, Francia, Italia ... i Oh, no!: no ha sido casualidad que las primeras frases francesas que conservamos sean militares y políticas (genio de Richelieu, glorias de Austerlitz). Ni que las primeras italianas miren a los bienes materiales (recuérdense las burlas contra banqueros genoveses, en nuestras letras clásicas, pero no se olvide tampoco cuánto oro de Venecia hay en los cuadros de Tiziano). Y no puede ser azar, no. O, si acaso lo es, dejadme esta emoción que me llena al pensar que las primeras palabras enhebradas en sentido, que puedo leer en mi lengua española, sean una oración temblorosa y humilde. El César bien dijo que el español era lengua para hablar con Dios. El primer vagido del español es extraordinario, entre los de sus hermanas. No se dirige a la tierra: con Dios habla, y no con los hombres.


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