lunes, 24 de noviembre de 2008

Aniversarios fantasía colectiva
Unidos por la tinta y la sangre


El escritor William Dean Howells tuvo hace cien años la idea de que doce colegas escribieran sendos capítulos de una novela, The Whole Family, donde se contaría la vida de los Talbert. Cada novelista adoptaría la voz de un miembro o amigo de esa familia. Entre los autores, se encontraba Henry James y la obra se publicó por primera vez en Harper´s Bazaar



Por Eduardo Berti
Para LA NACION



Hace cien años, a fines de 1908, la editorial estadounidense Harper & Brothers publicó una de las novelas más singulares que se hayan escrito en la historia de la literatura; se llamó The Whole Family ("La familia entera") y en primera instancia podría definirse como un acabado ejercicio de perspectiva, ya que doce autores se ocuparon de contar, a lo largo de doce capítulos, la historia de un núcleo familiar desde sus diferentes puntos de vista.



La idea había sido concebida por el escritor y crítico William Dean Howells (1837-1920), que por entonces gozaba de una sólida reputación y que, en décadas pasadas, como editor de Atlantic Monthly y otras publicaciones, había presentado al gran público estadounidense a autores todavía en ciernes como Emily Dickinson, Frank Norris o Abraham Cahan.



Los doce textos de The Whole Family , que conforman un mosaico, fueron publicados primero en la revista Harper´s , aunque sin firma, de modo que los lectores de la revista enviaban cartas tratando de adivinar el nombre de cada autor. El encargado de abrir el fuego, en diciembre de 1907, fue el propio Howells, mediante un capítulo que exponía los hechos básicos, no a través de la primera persona del padre (curiosamente Howells, promotor de la idea, empleó una primera persona ajena a la familia), sino de un vecino cercano, un periodista llamado Ned Temple: "En cuanto supimos la grata noticia -supongo que la noticia de un compromiso nupcial siempre debe ser vista como grata-, se decidió que yo sería el primero en hablar acerca de ello, y que debía hablar con el padre", reza la frase inicial.



Si bien existen varios libros de ficción escritos a dos manos (lo que los franceses llaman double pupitre , o "doble escritorio"), por ejemplo las colaboraciones entre Borges y Bioy, entre Charles Dickens y Wilkie Collins, entre Joseph Conrad y Ford Madox Ford, entre Colette y Willy, o entre Fruttero y Lucentini, mucho más extraño es el caso de novelas con más de dos autores. Hace algunos meses se editó en España Primeras noticias de Noela Duarte , concebida "a seis manos" por José Ovejero, Antonio Sarabia y José Manuel Fajardo. Pero las novelas de autoría colectiva tuvieron su verdadero auge hace un siglo, como explica June Howard en el ensayo Publishing the Family , un estudio sobre la literatura y la cultura popular estadounidenses que toma como excusa o, mejor dicho, como punto de partida la novela The Whole Family . "La ficción de producción colectiva fue muy usual a fines del siglo XIX e inicios del XX, aunque muy pocos de esos libros tuvieron éxito o incluyeron escritores que hoy sean recordados", sostiene allí Howard.



El primer caso relevante quizás haya sido Six of One by Half a Dozen of the Other (1872), una novela sobre tres parejas que hacen un viaje conjunto a tres ciudades de los Estados Unidos; el libro contó con seis autores, pero sólo dos de ellos son recordados en la actualidad: Edward Everett Hale y, ante todo, Harriet Beecher Stowe, autora de La cabaña del tío Tom . Poco después, a principios del siglo XX, un cuarteto de escritores (Mary y Jane Findlater, Allan McAulay y Kate Douglas Wiggin) plasmó dos novelas en colaboración: The Affair at the Inn (1904) y Robinetta (1910). Y también existen casos como el de A House Party (1901), donde Paul Leicester Ford sentó el marco narrativo (inclemencias del tiempo que obligan a doce personas a permanecer encerradas y a contarse historias para no aburrirse) de algo semejante a un Decamerón a doce voces, hecho de relatos independientes.



Para el proyecto de The Whole Family (de todas las novelas colectivas de ese período, la más leída y la que congregó a más autores de relevancia), Howells tuvo como principal aliada a Elizabeth Jordan, editora de Harper´s Bazaar de 1900 a 1913. En verdad, Jordan fue la gran organizadora de la novela y la encargada de que cada autor estuviera al tanto de lo que iban escribiendo los demás. En su listado original, Howells y Jordan incluyeron a varios escritores que rechazaron la invitación, entre ellos Mark Twain, Frances Hodgson Burnett o la recién mencionada Kate Douglas Wiggin, a la sazón amiga íntima de Jordan.



"Realmente no puedo escribir el capítulo de la madre; y me pregunto si usted se ofenderá mucho si le digo que, incluso si pudiera hacerlo, el proyecto no me atrae", reza una carta que la escritora Margaret Deland le envió a Jordan y en la que tilda a la iniciativa de "sándwich". Heidi Michelle Hanrahan cita esa carta en un completísimo ensayo consagrado a The Whole Family , el cual forma parte de un trabajo más extenso: Competing for the Reader . Allí señala asimismo que la misión de Jordan lejos estuvo de ser sencilla.



ontar lo que podría denominarse la primera superproducción editorial fue "un verdadero lío", según evocó años más tarde, en su autobiografía, la propia Elizabeth Jordan. A los problemas de ego o de incompatibilidad estética, se sumaron disputas económicas, por ejemplo, cuando Elizabeth Stuart Phelps exigió 750 dólares (unos 15 mil dólares actuales) por su texto.



La gran compensación fue que Henry James aceptó el reto de escribir el séptimo capítulo, el del hijo casado. Convocar al reverenciado James no fue una idea original de Howells sino de Jordan, según sostiene June Howard. Es muy posible que James aceptara, entre otras razones, porque conocía bien a Jordan o porque en 1882, en el marco de una polémica entre defensores de la ficción romántica y la ficción realista, Dean Howells había salido en su defensa, y en defensa del realismo en general, con un artículo publicado en The Century .



Que James escribiese un texto para una revista de moda, principalmente dirigida al público femenino, hoy puede llamar la atención. Sin embargo, como apunta Howard con gran perspicacia, de todas las revistas femeninas ninguna era más "jamesiana" que la cosmopolita y refinada Harper´s .



Como sea, lo cierto es que la "otra familia", la de los autores, quedó finalmente conformada, además de Howells y James, por Mary E. Wilkins Freeman (la tía), Mary Heaton Vorse (la abuela), Mary Stewart Cutting (la cuñada), la propia Elizabeth Jordan (la escolar), John Kendrick Bangs (el ahijado), Elizabeth Stuart Phelps (la hija casada), Edith Wyatt (la madre), Mary Raymond Shipman Andrews (el escolar), Alice Brown (Peggy) y Henry van Dyke (el amigo de la familia).



En el capítulo inaugural de The Whole Family , Howells intentó sentar las bases para el libro: la familia Talbert, de clase media, se entera de que su hija Peggy, recién egresada del college , planea casarse con un muchacho llamado Harry Goward. En los capítulos siguientes, otros once autores/personajes examinarán el impacto de esta noticia sobre los diversos integrantes de la familia Talbert. En sus obras precedentes, Howells ya había procedido de manera similar: la novela A Modern Instance (1881) narraba las consecuencias sociales de un divorcio, algo totalmente novedoso para la época.



Edward Wagernknetch dice en el ensayo biográfico The Friendly Eye que Dean Howells "soñaba con varias colaboraciones con Mark Twain", pero que todas ellas eran en el fondo "emprendimientos imposibles". En lo que atañe a The Whole Family , estos sueños de colaboraciones literarias se convirtieron más bien en pesadillas cuando la escritora Mary Eleanor Wilkins Freeman (1852-1930) entregó un segundo capítulo completamente apartado de los deseos y los cálculos de Howells, ya que hizo de su narradora, la tía solterona, una mujer llena de energía, aún atractiva pese a su edad y capaz, incluso, de coquetear con el prometido de Peggy.



Elizabeth Jordan confesó en su autobiografía Three Rousing Cheers que el texto de Freeman había caído como "una bomba" en la redacción de Harper´s . La prueba está en una carta que le escribió a Jordan el autor Henry van Dyke, quien aguardaba no sin temores el desarrollo de los acontecimientos antes de sentarse a escribir el capítulo final. "¡Qué catástrofe!", sostiene allí Van Dyke. "¿Quién iba a imaginarse que la tía solterona iba a volverse loca en el segundo capítulo?".



Más categórica fue la reacción del propio Dean Howells. Con el propósito de que Jordan no publicara el segundo capítulo, le envió una carta que concluía: "¡No permitas que ella estropee nuestra hermosa historia!". Puesta en una complicada disyuntiva, Jordan mandó a imprimir el capítulo de Freeman. Los lectores esperaban la segunda entrega y no había tiempo para otro texto; o, como indica Alfred Bendixen en su prólogo a la reedición de 1986 de la novela, no había otro escritor disponible para entregar ese segundo capítulo con celeridad. Por otra parte, Freeman era una de las principales y más exitosas colaboradoras de la revista: imposible rechazar su texto.



En su estudio sobre The Whole Family , Heidi Hanrahan muestra muy a las claras el impacto que tuvo la tía Elizabeth (o Lilly) inventada por Freeman: su presencia se convirtió en el foco de la novela; su personalidad la desplazó del margen al centro de la historia. De la mano de su tía, Freeman "editó" el plan original y dio pie a una historia totalmente distinta.



Intriga saber hasta qué punto Freeman fue consciente de que el personaje de la tía se llamaba igual que la editora profesional del libro. Lo concreto es que, en una carta dirigida a Elizabeth Jordan, Freeman explicó con franqueza las razones que la habían llevado a sacar a la tía solterona de la pasividad y a inventarle, para disgusto de Howells, un antiguo romance nada menos que con Ned Temple : "A decir verdad, semejante innovación me asustaba bastante, pero la antigua concepción de la tía solterona era tan trillada... Pienso que la trama tenía que ponerse en marcha, y no se me ocurría otra manera".



Tras la "bomba" de la tía, el siguiente capítulo publicado por Harper´s fue el de la abuela, a cargo de Mary Heaton Vorse. En él abundan las reflexiones acerca de las crisis familiares. Claro que a esta altura es casi imposible no leer entrelíneas, en los soliloquios de los personajes, las reafirmaciones estéticas de cada uno de los autores o sus alusiones no tanto a la "familia ficticia" como a la ardua convivencia de la "familia real", la de los escritores.



La novela oscila, en los capítulos centrales, entre narradores que condenan la conducta de la tía Elizabeth y otros, los menos, que la retratan con cierta simpatía, como es el caso de la mismísima Elizabeth Jordan. Pero "no sólo está la tía" (como indica June Howard en Publishing the Family ), sino la forma en que cada autor toma o descarta los datos previos según su conveniencia y sus convicciones.



El primer gran intento de encauzar las cosas se produce, tal vez, en el capítulo a cargo de Henry James, quien introduce un personaje (un hombre de negocios llamado Chataway) para que los siguientes narradores lo aten a Elizabeth. "James estaba convencido de haber tramado el plan perfecto para salvar a The Whole Family ", dice Hanrahan. Sin embargo, su plan no fue ejecutado del todo por quienes vinieron después, con la notable excepción de Alice Brown (y su narradora Peggy), quien hace aparecer en la novela a un tal Stillman Dane, un mejor candidato para la hija, y muy "jamesianamente" manda de viaje a Europa a la tía Elizabeth y al señor Chataway. Insatisfecho con la novela (y, sobre todo, con quienes habían escrito tras su intervención), James le envió una carta a Elizabeth Jordan en la que solamente ponderó las decisiones tomadas por Alice Brown.



A ojos de Bendixen, Brown fue quien realmente "resolvió la trama del libro", aun cuando lo hizo a expensas de Freeman y de la tía Lilly, reformulando al personaje de Elizabeth hasta hacer de ella una mujer débil y vulnerable. "En la escena final Brown presenta una Elizabeth totalmente cambiada, una Elizabeth casta", señala Hanrahan. "En consecuencia, cuando van Dyke escribe el ultimo capítulo puede permitirse liquidar a Elizabeth con una sola frase."



Publicada la novela en forma de libro, la campaña publicitaria que encaró la editorial Harper & Brothers anunció una obra de asombrosa cohesión pese a haber sido el fruto de doce escritores distintos. Algo similar sostienen las reseñas bibliográficas de la época. La coherencia de la novela es vista como el mayor logro; de las tensiones más o menos evidentes entre los muchos narradores (léase, como pocas veces, autores), ningún comentario.



Elizabeth Jordan dio por concluida la aventura prometiéndose no volver a meterse en tamaño lío. La novela se vendió bien, le dio una considerable cuota de prestigio a la revista y cayó pronto en el olvido. Su rescate, en las últimas décadas, ha deparado algunos ensayos agudos. En uno de ellos, Heidi Hanrahan lamenta que lo que empezó como una historia ficticia y con "grandes posibilidades de reinventar los roles familiares" terminara de la forma más tradicional: con una boda, con la eliminación de cualquier personaje problemático y de cualquier idea conflictiva.



Nota del autor: este artículo no se podría haber escrito sin los textos, ya citados, de Heidi Hanrahan, Alfred Bendixen, Edward Wagenknetch y June Howard.



Henry james escribió el séptimo capítulo donde buscó solucionar los malentendidos producidos entre los autores. Aquí se lo ve en un retrato de Sargent

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