lunes, 18 de febrero de 2008

Revista Ñ 16/02/08



Los libros preguntan qué es el peronismo
De la diatriba opositora de los años calientes a la fascinación de los cientistas sociales, el peronismo ha generado ríos de tinta. La incógnita siempre actual sobre su verdadera índole política, la vida social bajo el gobierno de su jefe, las tensiones con los diversos sectores, y aun la vida de su líder y de Eva Perón, siguen generando nuevos títulos y reediciones de textos ya clásicos.
Por:
María Elena Qués

LIBROS DE FONDO. Juan Domingo Perón alimentó e hizo alimentar la bibliografía política en la Argentina.

Poco después del derrocamiento de Perón, Ezequiel Martínez Estrada publicaba ¿Qué es esto? En aquel ensayo de 1946, recientemente reeditado, el escritor reflexionaba –sin ahorrar vituperios– sobre el gobierno derrocado. En esa "multitud carnavalesca" que protagonizó el 17 de octubre, Martínez Estrada veía la "horda silenciosa " que le causa escalofríos, pero también una "parte del pueblo argentino, el pueblo del Himno ". Desde entonces, la pregunta que da título al ensayo no ha cesado de ser reformulada por intelectuales, políticos, periodistas y escritores que, desde dentro o desde fuera de los difusos márgenes del Movimiento, intentan echar luz sobre un fenómeno que continúa reverberando en el presente. Si fuera posible postular un rasgo común en obras tan diversas como las aparecidas en los últimos tiempos, podríamos sugerir que el desafío ya no es hacer una crónica o una valoración general del período 1945-1955, sino iluminar aspectos más específicos, analizados en profundidad y con la perspectiva que da el tiempo y el aporte de los innumerables estudios que se han producido sobre el tema. Recorrer algunos de esos trabajos recientes nos ofrece un panorama actualizado de los modos en que las ciencias sociales abordan hoy el "hecho maldito" de la política nacional. Ecos del eco de su voz El último libro de Horacio González – Perón, reflejos de una vida –se presenta como una biografía del fundador del Movimiento. Por cierto, no se trata de una biografía ortodoxa. Su empeño va por otro lado. La posibilidad misma de narrar una vida es una de las preguntas que recorren el trabajo, en el que se trata no tanto de escribir la vida de Perón, sino de intentar leerla, es decir, interpretarla a partir de otras lecturas. González ingresa en los momentos clave de la vida de Perón –el golpe del 30, su formación intelectual, la creación del GOU, el 17 de octubre, el exilio y la organización de la resistencia, el regreso, la muerte desde costados inesperados y los recorre echando mano de un complejo sistema de citas, reminiscencias intelectuales, asociaciones sorpresivas. La cronología se deshilvana adrede, ya que los momentos escogidos se presentan más como disparadores para pensar problemas políticos y filosóficos, que trascienden la vida y obra del biografiado. Se trata, en suma, de un texto complejo, marcado por una escritura personal y barroca, en el que –como en las calles de Venecia –perderse puede ser fácil, pero también placentero. En el capítulo dedicado al papel político que desempeñaron en la historia del peronismo los intercambios epistolares, González metaforiza:"el peronismo son cartas "...Y nunca fue tan indudable esa afirmación como en los primeros años del exilio de su jefe. Ninguna correspondencia tan decisiva como la que mantuvo Juan Domingo Perón con John William Cooke. Cooke fue diputado por el peronismo y más tarde fue el primer delegado de Perón en el exilio, el fundador de la resistencia peronista y el inspirador fundamental del peronismo revolucionario. Cooke murió en 1968,cuatro años más tarde su compañera Alicia Eguren –desaparecida durante la última dictadura militar –publicó por primera vez la Correspondencia pero esa edición se fue volviendo inhallable. Afortunadamente, las cartas acaban de ser reeditadas en el segundo tomo de las Obras Completas de Cooke, compiladas por Eduardo Luis Duhalde. (El primer tomo reúne los textos correspondientes a la Acción parlamentaria desarrollada entre 1946-1951). La lectura de las cartas incita a "acompañar sus vaivenes, sus estados de ánimo, el dato concreto y la reflexión aguda. También vamos presintiendo la brecha que comienza a abrirse entre ambos. El tono paternal que Perón no abandona y la actitud respetuosa, para con el jefe, de John, no ocultan la tensión que por momentos aflora en los textos ", señala en el prólogo E.L. Duhalde. En efecto, lo que comienza como una especie de juego de espejos, en el que cada corresponsal replica y ratifica los conceptos del otro, va dando lugar a argumentaciones divergentes y el silencio del lejano General funciona en los últimos años como un indicio que anticipa el quiebre. Las cartas de Cooke nos ofrecen desde detalles más o menos pintorescos acerca de la detención y fuga del penal de Ushuaia en 1957 ("Cámpora, al ser detenido, le hizo una promesa a Dios de que jamás volvería a actuar en política.") hasta las huellas de las cartas interceptadas que permiten atisbar las dificultades que suponía ese liderazgo clandestino y a distancia, ("Me avisan que una carta suya fue entregada por el emisario a quien se la confió al Ministerio de Marina.Cobró $15.000 "). Uno de los tramos más apasionantes es la etapa de los comicios de 1957 y 1958. Como es sabido, J.W.Cooke tuvo un rol protagónico en la campaña por el voto en blanco para la Convención Constituyente de 1957 –que obtuvo el mayor porcentaje de sufragios –y en la negociación que llevó al pacto Perón-Frondizi, con miras a la elección presidencial del año siguiente.("Cuando se dijo que había concluido un pacto Perón-Frondizi yo hice una desmentida. Pero luego mantuve un silencio hermético. No quería cortar las esperanzas de los frondicistas ",cuenta Cooke). Las cartas, en suma, nos van revelando un relato fragmentario y rocambolesco en el que vemos crecer "en tiempo real "la trama de intrigas y divergencias en el seno del peronismo, pero también nos permite comprender mejor el fervor y el compromiso de quienes lograron mantener, la cohesión y el protagonismo político en circunstancias extraordinariamente adversas. Son bien conocidos los chisporroteos que sacudieron al campo intelectual –mayoritariamente alineado en la oposición –en los años de la posguerra. Algunos de los más célebres escritores nacionales han dejado memorables páginas impregnadas de las pasiones de la época: desde Las puertas del cielo de Julio Cortázar hasta La fiesta del monstruo de Jorge Luis Borges. La enciclopedia de Literatura argentina del siglo XX, dirigida por David Viñas, dedica el cuarto tomo a la producción de aquellos años. En El peronismo clásico. Descamisados, gorilas y contreras críticos y ensayistas emprenden la tarea de analizar la obra de los referentes más importantes de un periodo particularmente rico: Borges, Gombrowicz, Cortázar, Marechal, Sabato, entre otros. Entre los trabajos reunidos, destacamos la introducción en la que Guillermo Korn ofrece un panorama de las tendencias culturales, vínculos y tomas de posición explícitas o metafóricas frente a la política, y también cuestiones menos transitadas, como las innovaciones del mundo editorial, el impacto de los géneros masivos, y la irrupción de lo coloquial en la política a través de la particular oratoria de Juan Domingo Perón. El volumen ofrece nuevos recorridos por la obra de autores clásicos –Carlos Gamerro, por ejemplo revisita la producción de Cortázar, Jorge Panesi la de Borges –pero también incluye abordajes más heterodoxos. Vale la pena detenerse, por ejemplo, en el análisis que hace Horacio González de La razón de mi vida desde su costado folletinesco y místico, o en el texto de Emilio Bernini sobre los usos de la literatura en el cine nacional. Las mil caras Ese vasto continente que conocemos bajo el nombre de peronismo permite ingresar en él por diferentes vías. En los últimos años ha aparecido una cantidad importante de trabajos de investigadores que profundizan sobre alguna faceta específica de los primeros gobiernos de Perón: el vinculo con la Iglesia o la reforma penitenciaria (Lila Caimari), la política de vivienda y urbanismo (Anahí Balent o Rosa Aboy), cuestiones de género y la política familiar (Isabella Cosse) o los modos de representación y propaganda (Susana Rosano o Marcela Gené). Esta clase de enfoque reaparece en el reciente trabajo de Carolina Biernat ¿Buenos o útiles? La política inmigratoria bajo el peronismo. Biernat analiza la tensión entre la política de inmigración irrestricta promovida en el siglo XIX y el empleo de criterios más restringidos. Por un lado, la inmigración masiva ofrecía una solución para la expansión de la producción. Este proceso exigía asegurarse un caudal de trabajadores que superaba las tasas decrecimiento de la población nativa. Por otra parte, el contexto de la posguerra reabría la posibilidad de atraer grandes contingentes de extranjeros, frente a lo cual florecieron las polémicas acerca de las posibles restricciones al ingreso. Como es sabido, tales restricciones estaban frecuentemente asociadas –de manera más o menos explícita –a la discriminación racial, cultural o religiosa. Biernat analiza estos debates, así como la normativa de aquellos años, los lineamientos de los Planes Quinquenales y fundamentalmente, el aparato administrativo encargado de implementar las políticas. Este último aspecto resulta sumamente interesante ya que es allí donde finalmente se dirimen los conflictos, dando lugar a "prácticas de admisión complejas, arbitrarias, contradictorias y permeadas de corrupción, cada vez más distantes de los enunciados legales ". En un registro orientado a la divulgación, la nueva colección "Nudos de la historia ", apuesta a trazar un puente entre historiadores de primer nivel y el público no especializado. Fiel a esa consigna, El día que se inventó el peronismo de Mariano Ben Plotkin nos introduce en la intrincada serie de eventos que desembocó en la eclosión del 17 de octubre. La fascinación que ha ejercido el peronismo para varias generaciones de cientistas sociales contrasta, en proporción, con la cantidad de estudios sobre la vida política de la oposición durante aquella década. Tal es la tarea que emprendió Marcela García Sebastiani en Los antiperonistas en la Argentina peronista (1943-1951). Como señala la autora, seguramente esta falta de interés se deba en parte a "la limitación y estrangulamiento de los espacios de expresión de la disidencia". Sin embargo, tanto el funcionamiento del Parlamento, que se mantuvo vigente, como las elecciones libres de 1951 abren un vasto campo de bóxer observavación. García Sebastián enfoca en particular la acción política de la UCR y el Partido Socialista a lo largo del primer mandato de Juan Domingo Perón. El recorte cronológico obedece a que durante la segunda presidencia la problemática opositora se organiza en torno de otros conflictos y "se confunde con los prolegómenos de su caída ". Reediciones Además del panorama, incesantemente renovado, de novedades bibliográficas sobre el tema también es pertinente mencionar varias reediciones de trabajos que han marcado hitos en la aventura de pensar el peronismo. Al clásico ¿Qué es esto? de Martínez Estrada (Colihue, 2005)o el ineludible Estudios sobre los orígenes del peronismo de Juan Carlos Portantiero y Miguel Murmis (Siglo XXI,2004) se suman ahora los dos tomos dedicados a analizar los debates políticos y culturales que tuvieron lugar entre 1943 y 1973: Bajo el signo de las masas de Carlos Altamirano y La batalla de las ideas de Beatriz Sarlo), reeditados con un formato más amigable. Ambos volúmenes cuentan con un apéndice documental en CD y constituyen un valioso material de consulta. Asimismo, ha reaparecido Mañana es San Perón de Mariano Plotkin. En esa obra el autor analiza los mecanismos rituales de las fiestas del Día de la Lealtad en las que el régimen peronista se celebraba a sí mismo. Además de transformar el rostro de la sociedad y la política argentinas, el peronismo dio lugar, en sus años de apogeo, a una peculiar estética de Estado, pariente lejana de los fastos del fascismo pero encarnada en una clave "fiestera" totalmente ajena a la apoteosis de la beligerancia y mucho más modesta en su vocación de innovación formal. Con resabios de la cinematografía de la época, estética publicitaria y ética del folletín, la iconografía peronista tiene un sello inconfundible. Actualmente, el artista plástico Daniel Santoro abreva en esas imágenes. En sus obras la ironía convive con una mirada entrañable y nostálgica, resquebrajada por toques de espanto. El misticismo que aureoló a Evita, la versión criolla del "culto a la personalidad ",las imágenes ingenuas que trasponen gráficamente el ideal de la comunidad organizada son retomadas y trastocadas para condensar una lectura política. La última aventura estética de Santoro, dio como fruto el documental Pulqui, un instante en la patria de la felicidad de Fernández Mouján. El filme presenta la reconstrucción a escala del primer avión diseñado y fabricado en Argentina en 1951, condensación de la promesa de modernidad y progreso. Mientras avanza la construcción, en el taller de Biancuzzo en la localidad de Valentín Alsina, cruzando el Riachuelo, los diálogos pendulan entre los desafíos técnicos y la nostalgia de un tiempo en el que "la gente andaba contenta ".

Perón, el poder que otorga el lenguaje
En su biografía Perón, reflejos de una vida, el sociólogo Horacio González acentúa su búsqueda en la relación del líder con el uso de la palabra. Aquí cuenta que su expresividad mezclaba la retórica clásica con la astucia del Viejo Vizcacha.
Por:
Héctor Pavón

Horacio González, sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, se fascinó leyendo las cartas, discursos, textos, las lecturas del propio Perón para armar un perfil en el que la palabras del Perón vivo, muerto, exiliado, ausente, omnipresente componen a quien fuera tres veces presidente de la Argentina. El resultado es Perón. Reflejos de una vida (Colihue). González buceó en el discurso de Perón y lo hizo teniendo en cuenta las fuentes que dieron origen a ese discurso y las formas en que fue leído, y escuchado. Estudió las condiciones de producción y de reconocimiento de esa palabra. Dice González que se queda con "un Perón escritor de textos de gran interés, muchos de ellos inverosímiles, y que postula el enigma de la escritura; es decir, quién escribe un texto". ¿Qué tipo de lector era Perón? Un lector apasionado, ávido e ilimitado. No dejó de ser un escritor interesante, y puso bajo el refugio de su idea de lo que era escribir, toda clase de textualidad es tomadas del mundo de textos que a él le interesaba. Al mismo tiempo, son textos de una pedagogía de masas que usualmente se cuestionó, precisamente, por su imprecisión, por su maleabilidad, por su capacidad de ser usados en los más distintos sentidos. Y además, estamos obligados a agregarle la fantástica idea de las fuentes que tenía Perón; es decir, tanto acudir a las fuentes como desfigurarlas permanentemente. Esa capacidad desfigurativa del peronismo da la impresión de que tiene que ver con su proyección en el tiempo, también, porque en realidad, es una especie de hermenéutica llena de jocosidad y de astucia. En general, el hermeneuta no es astuto; el peronismo es hermenéutica y astucia. Y por lo tanto, atribuyó a las malas interpretaciones un papel importante; y a las interpretaciones adversas, les atribuyó la facilidad del desprecio del desdén. El uso de las frases, la sentencia; la idea del mito en un texto, la capacidad del texto de persuadir. Perón tomó todo eso y lo invirtió. El diccionario peronista, en gran medida, lo escribió Perón, basado en su gran calidad de lector. ¿Cómo encontró a Perón dentro del ensayo argentino? Me basé en las biografías de Norberto Galasso, Joseph Page, Tomás Eloy Martínez, un libro de León Rozitchner. El de Enrique Pavón Pereyra es importantísimo, porque ahí se conservan los testimonios de los compañeros militares de Perón. Y es interesantísimo analizar la serie que va del uso del psicoanálisis y de Hegel, que hace Rozitchner; el uso que hacen de la semiología Verón y Sigal; el uso de las técnicas novelísticas del realismo mágico que hace Tomás Eloy Martínez; y la biografía estatuaria, la de Pavón Pereyra, que engeneral, el mundo intelectual despreció, porque es la biografía de Estado. Vista al revés, es el interés de la escritura del Estado; es la biografía que Perón aceptó. O sea, desde el Perón que explícitamente se escribe desde el Estado, hasta las citas encubiertas de los generales que leyó Perón. ¿De donde extrae Perón esos recursos literarios? Toma la retórica clásica y al mismo tiempo intenta presentarla a la luz del Viejo Vizcacha, decierta fraseología del Martín Fierro. O sea, todo el frasario porque Perón estudia el frasario araucano con los textos de los seminaristas salesianos. Perón debate con Jauretche: ¿había que poner nombres vinculados a la raíz etimológica del peronismo? O sea, el nombre originario, Perón,¿en cuántos otros lugares tenía que estar? Perón retrocede en cuanto a eso, y es un gran tema de reflexión en su exilio. Y cuando vuelve, quiere recuperar su nombre, que estaba en uso por parte de la insurgencia. El gran debate de Perón, en ese momento, es "no quiero gastar mi nombre; no quiero que se gaste el nombre así".Recuerdo una reunión de aquella época en la que fui. Alguien se levanta y dice:"Mi general, expandimos el peronismo a tal lado, hicimos la JP de tal o cual regional, llevamos el mensaje del peronismo revolucionario, nos encontramos con compañeros ".Y Perón responde:"¿O sea que yo hice el gasto?".Se me grabó esa frase y arriesgué esta hipótesis: que Perón venía a recuperar su nombre respecto al gasto que él había promovido. ¿Qué quiere decir que Montoneros" despreciaba la metáfora p ero practicaba sus operaciones militares como retórica"? Firmenich dijo "Perón usaba la metáfora, nosotros no ".Es un error de cualquier político; hay que ver qué tipo de error lingüístico comete Montoneros. Decirse no metafórico frente al Perómetafórico, es, evidentemente, no reconocer el peso del lenguaje en la política. Y después, me parece que la operación militar es un tipo de escritura que las armas también realizan. Siempre es deseable que en cualquier sociedad haya un tipo de escritura y un tipo de operación donde la palabra esté ligada o a la medicina ala lingüística, o a las formas de la política más o menos conspirativas y menos a la vida militar. La idea de operación militar tiene la misma carga retórica que las anteriores, la idea de la firma aparece con mucha fuerza en Montoneros. Lo que se podría hacer en un libro, en una poesía, se coloca en términos de un cuerpo sobre la calle, del uso de las armas. ¿La muerte de Aramburu ¿jugó como una operación retórica? Los Montoneros sintieron una necesidad narrativa. Era el momento fundante, había que escribirlo bíblicamente. Entonces, la vestimenta de militar, que no correspondía; la de sacerdote, que no correspondía; la del policía de la esquina, que no correspondía el usar otra vestimenta está narrado con cierto gozo. Era la vestimenta de la cruz, de la espada y del orden. De modo tal que Montoneros, en ese texto, lo que querría decir es que está investigando todo el ordenamiento institucional de la Argentina, el orden de la fe y de las armas para cuestionarlas y establecer debates armados con ellos. El debate era con la Iglesia, con el Ejército, con los textos revisionistas. Producían grandes textos y no los percibían como tales. ¿Y esa separación, ese divorcio entre Perón y Montoneros, ¿tiene que ver con una lucha por el espacio discursivo? Por carta y por las armas, también. En Perón o muerte: Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, de Verón y Sigal, está bien ligado esta discusión retórica, la idea de la muer-te,y que ciertos saldos de la discusión llevaban a proposiciones de muerte. En ese sentido, es un gran libro, al que lo afecta cierto estilo demostrativo, cierto compromiso político de la época. El peronismo traduce un poco ese problema y quise descubrirlo en el modo en que usaba su propio lenguaje, su propio nombre. La cultura de Perón es aforística, pero sabemos bien el papel que cumple el aforismo y la sentencia en la formación de todos los idiomas posibles. Es decir, qué tenían que ver esas luchas con lecturas omitidas, citadas, promovidas, o con los cursos de formación de cuadros. Se trataba de una versión de la lectura quizás un poco menor pero de fortísimas consecuencias. ¿Se habla del proceso de desperonización del peronismo. ¿A quién encontró más desperonizador, a Kirchner o a Menem? Menem invirtió todo: el significado de símbolos originarios, de las ideas. Era un personaje jocoso y funambulesco, gozaba con la inversión carnavalesca de las cosas. Y de ahí el problema actual con el uso de los símbolos, con el gasto de nombre, digamos; que es probable que ya no todo sea igual después de la intervención de este gobierno. Es decir, ya el kirchnerismo empezó promoviendo un cese, y ahora alterna el cese con la invocación. Kirchner utiliza silencios, pausas, crea lugares vacíos. Pero el problema de cantar o no la Marcha Peronista, sigue existiendo como tal, porque la Marcha proviene de un fondo social importante. El "combatiendo al capital" es un tema que provoca nerviosismo. El peronismo anuncia qué va a hacer con el lenguaje. Qué hay que cantar en relación con otras revoluciones que habían dicho más explícitamente que se combatía al capital, porque venía de otros textos clásicos del siglo XIX: es como si Hugo del Carril estuviera leyendo El Capital de Marx.

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