viernes, 15 de febrero de 2008

Más sobre el misterio de los dientes de leche

La evidencia, colgada hace 5 años en la calle del Arenal 8
La casa madrileña del Ratón Pérez
Según el cuento de Luis Coloma, vivía a 100 metros de la Puerta del Sol

MADRID (Especial).- "Aquí vivía, dentro de una caja de galletas en la confitería Prast, el Ratón Pérez, según el cuento que el sacerdote Luis Coloma escribió para el rey niño Alfonso XIII". Eso dice una placa en la calle del Arenal 8, a 100 metros de la Puerta del Sol. La placa fue colocada ahí hace 5 años por el Ayuntamiento madrileño, como homenaje a uno de los cuentos más populares no sólo en el mundo hispanohablante. Su historia, poco conocida, empieza en 1894, cuando el cura y escritor Luis Coloma recibió el encargo desde el Palacio Real de escribir un cuento para Alfonso XIII, que reinaba en España desde su mismo nacimiento, en 1886, tras ser hijo póstumo de Alfonso XII. La narración está basada en una antigua tradición rural, según la que las madres acostumbraban a regalar los dientes de leche de sus hijos a los ratones de los campos de cultivo, una invocación tanto a las buenas cosechas como al sano crecimiento de los vástagos. Sin embargo, Coloma trasladó esta situación a la ciudad, específicamente a la alcoba de rey Buby, apodo con el que la regenta María Cristina llamaba a su hijo. Ahí, en vigilia, el rey niño espera al Ratón Pérez, al que le ha escrito una carta con la que acompaña el diente que se le ha caído. Vencido por el sueño, finalmente se presenta "delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada a la espalda". Así, Buby le pide al ratón acompañarlo en su recorrida nocturna, a lo que Pérez accede, no sin antes convertirlo, metiéndole en la nariz la punta de su cola, en otro ratón. Lo primero que tienen que hacer es ir a dejarle un regalo a un chico pobre, pero antes tienen que buscar el regalo en la casa del ratón. "Vivía Ratón Pérez en la calle del Arenal número 8, en los sótanos de Carlos Prats -almacén de la época, hoy una pequeña galería comercial-, frente por frente de una gran pila de quesos gruyère, que ofrecían a la familia de Pérez, próxima y abastada despensa", describe Coloma. Así, "el reyecito", como lo llama el autor, conoce a los parientes de Pérez, entre ellos, su mujer ratona, dos hijas, y un hijo adolescente, Adolfo, "que seguía la carrera diplomática, en el cajón mismo en que el Ministro de Estado guardaba sus notas secretas". Después, tras cierto momento de tensión ante un dormido "gatazo enorme", los dos llegan a un "cuchitril infecto" donde duermen entre harapos un chico y su madre. Ahí el Ratón Pérez intercambia el diente por el regalo, pero el rey queda sorprendido al contemplar a un chico como él, pero con muchísima menos fortuna. El cuento termina con el regreso de los dos a la alcoba real y el de Buby a la forma humana, que no sabe si ha soñado o vivido su encuentro con el Ratón Pérez, pero no deja de recordar a aquel chico pobre. Deberes de un soberano La moraleja, apunta, entre otros temas, a los deberes de un soberano con sus súbditos. El manuscrito original, regalado por el cura al pequeño Alfonso XIII el mismo año de su encargo, está desde entonces en la Biblioteca del Palacio Real. La primera edición pública se realizó en 1902, y la historia se ha hecho tan popular que ha dado origen a otros múltiples relatos, series de televisión y películas, incluso existe en la Red la Tienda de Monedas de Pérez, el ratoncito de tus sueños ( http://www.ratoncitoperez.com/ ).
En la galería comercial, donde está la casa del roedor, hay también una placa, algunos carteles alusivos y una estatua. Aunque lo más interesante es que, seguro, esta noche algún chico ilusionado pondrá debajo de su almohada un diente de leche recién caído.








Una edición del cuento de 1911









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