viernes, 2 de mayo de 2008

Retrato del arqueólogo escéptico

La obra de Michel Foucault suele desconcertar. En primer lugar porque no fue simplemente historiador ni explícitamente filósofo. Luego, también, porque multiplicó las indagaciones reflexivas sobre representaciones mayores (locura, clínica, prisión, sexo, poder, sujeto...) sin exponer en forma detallada sus elecciones teóricas fundamentales. Además, aunque cada lector presiente que la obra es decisiva, las fluctuaciones de su vocabulario conceptual, de un libro a otro, no ayudan a percibir claramente los objetivos de su recorrido. Cantidad de comentarios, de un cuarto de siglo a esta parte han acentuado el problema en vez de atenuarlo.El ejercicio de lectura y análisis al que se abocó Paul Veyne en su libro Foucault -Sa pensée,sa personne (ed. Albin Michel, 2008) tiene el mérito de desbloquear un hilo conductor, a la vez sutil, simple y coherente, para orientarse en ese laberinto. Elementos de respuesta nuevos a una pregunta filosófica antigua y central, la pregunta acerca de la verdad. Para él no existe, o está fuera del alcance de nuestras capacidades de conocer –y Foucault se inscribe, por lo tan-to, en la línea de los pensadores escépticos. Sin embargo, es un escéptico original.La primera singularidad: no descalifica las ideas generales mediante un razonamiento global, sino a través de la sinuosidad de la historia. Estamos acostumbrados a juzgar insostenibles las concepciones del pasado. Lo que la gente pensaba "en aquella época " (sea cual fuere la época) a propósito de la locura o del sexo nos parece ilusorio, ridículo o risible. Las mejores mentes han compartido los peores delirios. Evitamos no obstante preguntarnos durante mucho tiempo si tenemos esos mismos prejuicios. Evitamos llegar a la conclusión de que nuestras propias concepciones podrían muy bien ser igualmente falsas y tan poco fundadas como las de ayer o las de antes de ayer. Foucault nos invita ante todo, según lo entiende Paul Veyne, a tomar conciencia de esa vanidad de nuestras convicciones.En otras palabras,"la locura " o "el sexo " no son más que palabras vacías. Remiten, por cierto, a experiencias reales, innegables, que atraviesan los siglos. Pero esas experiencias están siempre, como decía Foucault "encalladas", son configuradas continuamente por

discursos y prácticas disímiles: lo que los humanos de cada época piensan, dicen,hacen o prohíben al respecto varía completamente. A Foucault, el arqueólogo, no le interesa la permanencia de realidades trans-históricas, sino por el contrario, la discontinuidad de las representaciones, las rupturas en el horizonte de "lo que se considera verdadero".La segunda singularidad que pone de manifiesto el libro de Veyne: Foucault muestra de qué manera el dispositivo constituido en torno de "lo que se considera verdadero ",en un tiempo y un lugar dados, posee un impacto sobre lo cotidiano y se inscribe de mil maneras en la realidad. Se encierra, se mata, se quema, se cura,se reglamenta o se legisla en función de las creencias. Que sean vanas y vacías no importa: ejercen sobre los cuerpos y las vidas un poder imperioso, infinitamente variado, indefinidamente renovado. Por eso este pensador, aunque escéptico, nunca es desencantado ni indiferente: persiste en maravillarse ante el genio inagotable del humano desatino y no desespera ante su inventiva caótica."Paz a los hechos insignificantes, guerra a las generalidades " –para Paul Veyne, ésa es la máxima de Foucault, a la vez positivista en el detalle y escéptico en el conjunto. Pero un escéptico alegre, a quien el duelo de la verdad no impide reír, ni actuar. Un hijo de Nietzsche, obviamente.


Roger-Pol Droit

(c) Le Monde y Clarín, 2008

Trad. de Cristina Sardoy


Foucault y la condición gay
Las poco más de cien páginas de Michel Foucault y la condición gay, del escritor, docente y periodista Rubén Ríos, están trazadas por las relaciones entre poder, saber y sexo y la recepción de los dichos y escritos de Foucault en los estudios gay/lesbianos, la teoría queer y el feminismo. El resultado es un sondeo que va de las estéticas de la existencia del paganismo a la profusión de un discurso dedicado a un conocimiento de la sexualidad (y no a generar la intensidad de los placeres), y de ahí a los encuentros y desencuentros con David Halperin, Eve Kosofsky, Sedgwick,Judith Butler ,Leo Bersani,y otros. El de Ríos es un Foucault nietzscheano (centrado en la voluntad de verdad) pero también uno en clave marxista (bajo el subtítulo "Contribución a la crítica de la economía libidinal " se señala el vínculo entre el establecimiento del dispositivo de sexualidad, la economía capitalista y la autoafirmación de clase de la burguesía). Un Foucault tajante en su recusación de l a liberación sexual propiciada por la hipótesis represiva (la tesis freudiana sobre la relación entre prohibición, ley y deseo sería parte del régimen que denuncia) y en sus señalamientos sobre los modos de resistencia homosexual (arte de vivir, afirmación de una nueva cultura, conversión de gay/lesbianas en subcultura ética); revolucionario incluso ("el enlace estratégico de las diversas resistencias locales, que recorren las relaciones de poder, consagra una revolución; entendida como la modificación radical de la situación estratégica de la sociedad "). No es un Foucault al frente de la causa queer pero sí uno que, desnaturalizando la sexualidad y politizando la historicidad de la verdad y el cuerpo, interpela a lo que quizás algunos estudios gay/lesbianos llamen la "heteronormatividad patriarcalista dominante". Vale mencionar que Foucault no utiliza la noción de heteronormatividad, "quizás porque –como él mismo afirmaba – no escribía para el movimiento de liberación gay",o, como acierta Ríos, que su analítica está menos interesada en la producción de homosexuales o de heterosexuales que en los procedimientos discursivos e institucionales en los que se combinan tecnologías disciplinarias y normalizadoras. Michel Foucault y la condición gay es un libro a mitad de camino entre la literatura de divulgación y la bibliografía para entendidos, no exento de alguna errata (Paul Vayne), y en un atajo entre la síntesis y la especialización ,a veces presa de sus derivas retóricas.

Mariana Canavese


Foucault Básico
Poitiers 1926- París 1984 filósofo Uno de los grandes pensadores del siglo XX, Paul Michel Foucault recurrió a la historia, la medicina y la psicología para problematizar las que, según él, son cuestiones fundamentales de la filosofía: la construcción de la subjetividad y la relación saber-poder-discurso. Se doctoró con la tesis Historia de la locura en la época clásica. Su obra fundamental es Las palabras y las cosas.

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