martes, 12 de agosto de 2008


Pequeños tesoros
El alma del vino
Por Charles Baudelaire



Cantó una noche el alma del vino en las botellas:

«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,

Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,

Un cántico fraterno y colmado de luz!»


Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,

Penar y sudar bajo un sol abrasador,

Para engendrar mi vida y para darme el alma;

Mas no seré contigo ingrato o criminal.


Disfruto de un placer inmenso cuando caigo

En la boca del hombre al que agota el trabajo,

y su cálido pecho es dulce sepultura

Que me complace más que mis frescas bodegas.


¿Escuchas resonar los cantos del domingo

y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?

De codos en la mesa y con desnudos brazos

Cantarás mis loores y feliz te hallarás;


Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;

Devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,

Siendo para ese frágil atleta de la vida,

El aceite que pule del luchador los músculos.


Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,

Raro grano que arroja el sembrador eterno,

Porque de nuestro amor nazca la poesía

Que hacia Dios se alzará como una rara flor!»


Charles Baudelaire

De Las flores del mal

Versión de Ignacio Caparrós

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