miércoles, 5 de noviembre de 2008

05/11/2008
La lengua de Manco Cápac
Los Andes
Roger Gonzalo Segura

De acuerdo con las evidencias arqueológicas y etnohistóricas hay pruebas convincentes para decir que antes de la expansión inca existieron grandes culturas como al norte del Cuzco los Waris, los Huancas, los Chancas, y hacia el mar los Chinchas. De estos últimos se sabe que eran excelentes marineros que hicieron posible la expansión del quechua hacia las costas de Tumbes y Ecuador, y como prueba tenemos a un natural capturado por Pizarro a quien lo convierte en intérprete y lo bautiza como Felipillo. Y desde el centro hasta el sur del Perú se tuvo diversas etnias de habla aimara como los Canta, Yauyos (Lima), los Lucanas, Soras (Ayacucho) Aymaraes (Apurímac), Yanahuaras, Parinacochas, Condes (Arequipa), Chumbivilcas, Canchis, Canas, Collaguas (Cuzco), Ubinas, Carumas (Moquegua), Collas, Lupacas (Puno), Callaguayas, Pacajes, Carangas, Soras, Quillacas, Cara-Caras, Charcas (Bolivia), Yamparaes, Chichas, Lipes (Chile, Argentina) en plena expansión en los inicios del siglo XVI. No habría ninguna duda en suponerse que los aimaras son los que destruyeron el Tiahuanaco dejando en ruinas para siempre, en sus constantes movilizaciones por el Altiplano, así lo prueban la existencia de chullpas y Pucaras, que son las naturales fortalezas para la autodefensa o bien de los puquinas o bien de los aimaras.


Cuando el cronista español Cieza de León (1553) llega al Altiplano (ahora boliviano), pregunta a los aimaras sobre las ruinas del Tiahuanaco, éstos ya no daban ningún indicio para explicar su origen y su triste destrucción. Pero la verdad puede rastrearse a través de la interpretación de la mitología sobre la que hay que realizar un metódico trabajo para discernir lo oscurecido. Si pretendemos separar el mito de la realidad, tendríamos que preguntarnos ¿De qué isla posiblemente salió el Inca? Y la respuesta indicaría que es la isla del Sol. ¿Es posible que en la isla se forje una cultura? Claro que la respuesta es no hay condiciones. Entonces, esto explica que de algún lugar han tenido que escapar el grupo de Manco Capác a raíz de las incursiones aimaras por territorio tiahuanacota. ¿Se puede encontrar una cultura floreciente muy cerca del lago? La respuesta es sí: el Tiahuanaco. El trabajo con la piedra, los tallados, los dioses reflejados en relieve en la Portada del Sol, son evidencias que se pueden tomar para decir que Manco Cápac y su grupo hayan podido escapar de la destrucción inevitable de la cultura Puquina, para establecerse en la isla por un tiempo. Con todo la arquitectura de los Puquinas se ven reflejados en las construcciones como Sacsayhuamán, Machupicchu, Ollantaytambo.


La historiadora María Rostworowski (1999), de madre puneña, sostiene que “a través de los mitos puede percibirse la marcha a lo largo de la sierra de pueblos enteros en busca de tierras fértiles donde establecerse”. Esto puede ser tomado para explicar la destrucción de florecientes culturas como el Wari y el Tiahuanaco, y la llegada de los quechuas chancas a las puertas del Cuzco. Éstos últimos son al final vencidos por Pachacútec, dando lugar de esta manera a la expansión sin precedentes del Tahuantinsuyo. Si los chancas vencían a los incas, otra habría sido la historia.


Explicando así, ya podemos entender sobre lo que simboliza la archiconocida leyenda del Manco Cápac y Mama Ocllo o el mito de los hermanos Ayar; por tanto, si la salida de Manco es realmente de una de las islas de lago Titicaca, entonces la lengua materna de este personaje legendario sencillamente no sería el quechua desde ningún punto de vista, tal como asumen los cuzqueños y los cuzqueñistas, en razón de que este idioma recién ha tenido su expansión definitiva hacia el sur al término del dominio incaico y después de la llegada de los españoles.


El aimara es una de las lenguas que se imponía a la llegada de los españoles, no sólo en el Altiplano, como se pretende justificar, sino que ya los cronistas como Balthazar Ramírez (1597) se dieron cuenta de su influencia que competía con el avance del quechua bajo protección incaica, describiendo la situación así: “La lengua aymará es la más general de todas, y corre desde Guamanga, principio del obispado del Cuzco, hasta casi Chile ó Tucumán; es bien diferente de las otras lenguas, aunque toma algunos vocablos de la quichua, variando la declinación y formación pero no la significación”. Además, tal como lo ha demostrado Cerrón-Palomino a través de trabajos muy serios desde la lingüística andina, hasta el origen de Cuzco es de etimología aimara que significa “La piedra donde se posó la lechuza” (cf. Cerrón-Palomino 2008), y no sólo Cuzco sino una considerable cantidad de topónimos de base aimara que van de aumento desde el centro-norte del Perú hacia Bolivia, Chile y Argentina (Véase, Encarta 2007, Mapas). Hasta el cronista lucaneño Guamán Poma (Ayacucho) escribe en su crónica textos en un dialecto aimara desconocido por muchos en la actualidad y Szeminski cree que se trataba de su idioma materno. Por lo tanto, a estas alturas sabemos que la lengua que se extendió con mayor anterioridad en el Perú ha sido el aimara, y luego el quechua a partir de las decisiones sistemáticas del gobierno incaico y luego por constantes movimientos humanos para trabajar las minas del Altiplano boliviano y los valles de Cochabamba bajo el régimen colonial.


El quechua


Ahora bien, vamos a determinar la expansión posterior del quechua. El cronista Fray Martín de Murúa (1590) escribe: “A este ynga, Huaina Cápac, se atribuye hauer mandado en toda la tierra se ablase la lengua del chinchay Suyo que agora comúnmente se dize la Quichua general, o del Cuzco, por aver sido su madre Yunga, natural de Chincha, aunque lo más cierto es hauer sido su madre Mama Ocllo, muger de Tupa Ynga Yupanqui su padre, y este orden de que la lengua de Chinchay Suyo se ablase generalmente hauer sido por tener él vna muger muy querida, natural de Chincha” (citado por Cerrón-Palomino 1987). Entonces, esto explica que los españoles al llegar a Cajamarca, no podían distinguir quién era el soberano, porque se cargaba en andas tanto a Atahualpa y al Señor de Chincha a quien Atahualpa, según se supo, lo consultaba antes de tomar decisiones. Sin embargo, habría que acompañar con más datos para justificar lo anterior.


Hasta la actualidad los académicos cuzqueños, sostienen que el quechua cuzqueño es el genuino, pero, los rigurosos estudios lingüísticos demuestran que no es cierto, asegurando que el cuzqueño se parece más al aimara en el uso de sonidos glotalizados y aspirados; sino cómo se explicaría la evolución de las variedades de Apurímac, Junín, Huancavelica, Ayacucho o Áncash, dialectos donde se usan sólo la serie de las oclusivas simples, sino veamos los siguientes ejemplos: tanta ‘pan’, mikuy ‘comer’, etc., cuando en Cuzco es t’anta y mikhuy, respectivamente. Es más los dialectos centrales del quechua son los que mejor conservan los sonidos difíciles de pronunciar en comparación al cuzqueño como por ejemplo el sonido africado palatal retroflejo.


O es que la lengua de los incas era el uro o el puquina


Ahora bien, no debemos perder de vista que tampoco el aimara era una lengua primigenia en el Altiplano, sino que existieron otras que se hablaron con más anterioridad a las mencionadas arriba y nos referimos al puquina, posible lengua de la cultura Tiahuanaco y que se extinguió en plena época republicana (cuando los nuevos dueños del Perú disfrutaban de las ganancias por la venta del guano y salitre), y el uro la más olvidada en Puno en diferentes momentos históricos cuyos últimos hablantes han sido constatados por Walter Lehmann en la localidad de Ch’imu quien un 29 de octubre de 1929 “tuvo la fortuna de registrar, por primera vez, la variedad hablada en dicho lugar […] [y] pudo recoger una lista de alrededor de 304 elementos léxicos, incluyendo algunos fragmentos de paradigmas gramaticales de labios de un par de informantes (Florentino y Nicolás Valcuna, padre e hijo respectivamente)” (Cerrón-Palomino 2007).


En la actualidad, los uros de Chipaya (Bolivia) están desde luego y con justo derecho reclamando sus antiguas posesiones alrededor del lago Titicaca. Según las fuentes documentales de la colonia (S. XVI-XVII), los uros habitaban en la zona altiplánica peruano boliviana, rodeados de gente puquina, aimara y quechua a lo largo de las orillas del lago Titicaca, río Desaguadero y el lago Poopó, abarcando hasta la región salar de Coipasa. Sin embargo, lo que hay que entender es que los uros del Perú han sido puquinizados, primero y, luego, aimarados y quechuizados, en ese orden tal como sostiene Wachtel. Su cultura y su gente, ha vivido en eterna relación con el lago Titicaca, su vida dependía de él; los incas y los aimaras no lo consideraban como algo importante en sus requerimientos de reciprocidad, no hay evidencias arqueológicas que ponga de manifiesto que ha sido una cultura constructora de edificaciones como los existentes en Sillustani o Cutimbo, ni los españoles les cobraba impuestos por considerarse no humanos y por su lengua muy difícil de aprenderla. Esto se convirtió en una ventaja para la supervivencia hasta la actualidad y se tienen cerca de 1000 hablantes uros en Chipaya, Bolivia, cuya gramática ya fue estudiada y publicada por Rodolfo Cerrón-Palomino (2003).


En cuanto al puquina ya relacionamos con el Tiahuanaco y como la posible lengua secreta del que nos hablaba el cronista Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales. Sin embargo, el Inca no nos quiso decir de cuán secreta era la lengua, sino lo que trataba de enfatizar es que se hablaba otra lengua en la corte, y, por su puesto que, cuando los españoles llegaron todos los nobles cuzqueños ya estaban plenamente quechuizados.


Cerrón-Palomino en uno de sus artículos referentes a los cantares de Túpac Inca Yupanqui, hace un interesante análisis y concluye que los incas hablaban bien un dialecto aimara distinto al altiplánico o es que su aimara tenía bastantes rasgos del puquina.


En conclusión, sino es el quechua o el uro, los candidatos muy posibles de ser la lengua originaria de los primeros incas serían: Un dialecto aimara distinto al del Collao, el puquina o un dialecto aimara con rasgos puquinas o viceversa.

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